Reflexionando un poco… Juego y educación en valores

Reflexionando un poco… Juego y educación en valores

“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia”

¿Se puede educar en valores a través del juego? La respuesta en nuestra opinión es clara y rotundamente afirmativa. Lo que ya no tenemos tan clara es la respuesta a esta otra cuestión: ¿se puede NO educar en valores a través del juego?

Hay una frase muy conocida que dice: “todo es política”, para referirse a que toda acción que realizamos afecta a nuestro entorno; es decir, que todos nuestros actos son transformadores e inciden en el devenir del mundo por muy insignificantes que nos parezcan. Y si esto es así, nosotros, nos atreveríamos a añadir, que casi todo también es educación o comunicación y manda un mensaje a los posibles receptores.

A través de muchísimos juegos y juguetes, aunque no nos demos cuenta, se transmiten mensajes y valores (positivos o negativos según el criterio de cada cual) y están participando en la educación de quien los utiliza. Por lo tanto, decir “juegos para la educación en valores” no es decir mucho, si no se definen o se mencionan los valores que se transmiten.

Las corrientes teóricas partidarias de suprimir la educación en valores del juego o de la escuela, son absurdas o al menos contradictorias, pues ellas mismas están cargadas e ideología.

Plantear que el aula es un lugar exclusivo únicamente para el aprendizaje–entrenamiento o la adquisición de contenidos y destrezas para la adaptación del alumnado al mercado laboral y que la familia es el lugar donde se deben adquirir los valores morales, es una ideología en sí misma. La escuela no se libraría de este modo de ser una transmisora de valores y de dar una visión del mundo, (en este caso práctica, materialista, utilitaria, económica y funcional).

A parte de la escuela, en el resto de parcelas del mundo infantil (por medio de los cuentos, las ilustraciones, los anuncios publicitarios, películas, series animadas…) también le llegan a los niños y niñas continuamente mensajes cargados de valores, ideas y modelos. Aunque a veces minimicemos su importancia o ninguneemos los materiales infantiles, no tenemos que olvidar que siempre están realizados por adultos con una visión subjetiva del mundo, que se transmite a través de su obra…

Nos equivocamos si pensamos que la transmisión de ideas y valores a los niños y niñas se da exclusivamente por medio de los materiales que lo hacen de una manera claramente explícita a través de la moraleja de un cuento por ejemplo, y no nos damos cuenta que la gran mayoría de las veces les llegan sutilmente a través de las escenas, imágenes, colores elegidos, actividad de los personajes, roles, protagonismo, acciones, que se les muestra en el universo infantil de su día a día.

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Si analizamos una muñeca “Barbie” y un muñeco “Geyperman” veremos muy claramente como no son juguetes neutros y transmiten mensajes y roles muy diferenciados para el público al que van dirigidos comercialmente (masculino y femenino).

Si nos fijamos un poco, vemos como la muñeca “Barbie” es más inmóvil, menos activa, su expresión facial (mirada ingenua) y corporal son las de un ser-objeto-maniqui (sus piernas y brazos no se articulan y la postura elegida para las mismas es la de alguien que simplemente se sostiene en una pose estática). Por el contrario, el “Geyperman”, a través de su mirada segura y desafiante, su cicatriz en la mejilla y su cuerpo dinámico y musculoso, transmite valores de audacia, fortaleza, actividad, seguridad, etc..

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Si comparamos los distintos juegos de la oca de las imágenes, también podremos hacernos una clara idea de lo que hablamos… Aquí os mostramos versiones del mismo juego clásico, “La oca”, con las mismas normas y mismo objetivo, cuya resolución no conlleva ninguna utilidad práctica para nuestra vida cotidiana ni busca ninguna moraleja (nadie gana nada realmente por llegar primero a la casilla central). Pero, pese a ser el mismo juego, los valores y mensajes que se transmiten de unos tableros a otros cambian, si analizamos las imágenes. Podríamos analizar las ilustraciones y ver qué sensaciones nos transmiten (ternura, dinamismo, orden…). También nos podríamos fijar en las escenas de las casillas: cómo se trata el tema de igualdad de género, por ejemplo: visibilidad (¿cuántos chicos aparecen?, ¿cuántas chicas?) el tema roles (¿qué hacen los chicos que aparecen?, ¿qué hacen las chicas?), la actitud y comportamiento al relacionarse entre ambos, etc… También se podría analizar cómo se aborda la diversidad: si aparecen escenas de convivencia intercultural, cómo son los modelos familiares… o la violencia: si aparecen escenas violentas y cómo se reacciona ante ellas, si aparecen escenas de diálogo, entendimiento, etc..

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En ocasiones, debatiendo con personas que nos censuran un carácter educativo en los juegos, oímos expresiones como “¡el juego es solo juego! ¡olvidaros de mensajes!”. En estas ocasiones, les invitamos a que analicen juegos que para ellos son “solo juegos” como el Monopoly, cuyo objetivo es el de conquistar el poder inmobiliario en la ciudad a costa de desahuciar o llevar a la bancarrota al resto de compañeros de juego, barajas de guerra en las que gana quien tenga el arma más mortífera y destructiva, juegos que están actualmente en el mercado cuya única finalidad es la de sentir la satisfacción de hacer compras compulsivamente con una tarjeta de crédito ilimitada, u otros extremadamente competitivos, cuya finalidad es la de llegar individualmente al final de la carrera a base de perjudicar al resto de participantes, en este caso, mejor dicho, rivales de juego.

Y también en ocasiones nos hemos oído el argumento de que hay muchas personas que han jugado con juguetes bélicos o violentos y no han matado a nadie.

Los juegos y juguetes, como elemento socializador, son reflejo de una sociedad y de una época y ayudan a perpetuar sus valores y a reproducir modelos de conducta (los niños y niñas juegan tomando el mundo de los adultos como referencia). Por supuesto que el jugar a juegos bélicos no te convierten directamente en una persona violenta, pero a través de estos juegos normalizamos la violencia. Si regalamos un juguete bélico de diseño realista, por ejemplo, estamos dando un mensaje de conformidad, de consentimiento y familiarizando a los niños y niñas con el uso de armas y reforzando la resolución de conflictos de manera violenta.

En Ekilikua pensamos que las sociedades y las relaciones humanas deben ir avanzando, desaprendiendo modelos obsoletos que causan sufrimiento y buscando nuevos rumbos y formas. Creemos que hay que discurrir alternativas a la resolución violenta de los conflictos e inventar otras maneras de relacionarnos y de convivir más felices e igualitarias.

Por eso queremos que a través de nuestros juegos se transmitan estas ideas y valores. ¡Otro juego es posible!

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