El papel de los juegos como herramientas para educar en valores está más presente que nunca en una vuelta al cole atípica, marcada por las medidas higiénico-sanitarias a adoptar en las aulas.
A la incertidumbre y el desconcierto, que han generado estrés y ansiedad en pequeños y mayores, se suma la necesidad de implantar medidas de difícil cumplimiento, como el uso permanente de mascarillas, la supresión de espacios comunes de juego, etc.
Ante esta situación, valores como la cooperación y la solidaridad han de esta más presentes que nunca en las aulas. Y los juegos de mesa cooperativos pueden ayudarnos a transmitirlos.
El aprendizaje a través del juego cooperativo es en sí mismo un valor. A diferencia de los juegos competitivos, los juegos de mesa cooperativos promueven actitudes de cooperación, de respeto y de solidaridad. Constituyen una apuesta por jugar con y no contra, por lograr un objetivo común con la suma de tod@s.
Además, los juegos de mesa cooperativos pueden ayudar a fomentar una actitud positiva en los/as alumnos/as, descargando la tensión y resolviendo los previsibles enfrentamientos que puedan surgir.
Junto con la solidaridad, los juegos de mesa de Ekilikua abordan y promueven valores como la diversidad, el cuidado del medio ambiente, la igualdad de género, el consumo responsable, etc. Además, el catálogo de juegos de Ekilikua aborda temáticas concretas que pueden integrarse fácilmente en unidades didácticas para el aula.
Definiendo los límites de la coeducación
La escuela a parte de contribuir a desarrollar las capacidades individuales y la autonomía de cada persona, debe dotarla de las herramientas necesarias para desenvolverse y convivir en sociedad de una manera constructiva. Valores como la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la igualdad de género o respetar las diferencias, son necesarios para convivir en diversidad y son valores transversales a todas las materias académicas que no deberíamos dejar de lado en el programa escolar.
En los últimos meses, polémicas como la suscitada por el “Pin parental”, que pretende vetar los contenidos que lo padres creen “contrarios a sus convicciones morales” o las críticas al programa Skolae han reabierto un interesante debate sobre la coeducación y el rol que familias y docentes han de asumir en el ámbito de la educación en valores.
“La familia y la escuela tienen objetivos comunes en la educación de las generaciones posteriores”. Así lo recoge el Programa Skolae, que asegura que “tanto la familia como la escuela trabajan para que los niños y niñas de hoy sean hombres y mujeres mañana, con valores democráticos, de respeto a la diversidad y de ciudadanía crítica, que les permitan vivir con dignidad, con responsabilidad y con libertad”.
Skolae (Berdin Bidean-Educando en Igualdad) es un programa de coeducación que arrancó en Navarra en 2017 y que en el curso 2020-2021 se impartirá en 221 centros escolares (desde escuelas infantiles hasta Formación Profesional)
Uno de los ejes sobre los que se sustenta el programa, que ha sido premiado por la UNESCO, es que “cada niña y cada niño ha de elegir, construir y vivir el proyecto vital propio desde el conocimiento, la libertad y la capacidad de decidir sobre su futuro sin condicionantes de género, aprendiendo a identificar las desigualdades, a luchar contra ellas y a ejercer su derecho a la igualdad”. Podéis ampliar la información sobre Skolae en este enlace.
Pero no todo han sido reconocimientos. El programa ha recibido muchas críticas por parte de amplios sectores conservadores, que han reivindicado que son las familias las que deben asumir determinados ámbitos de la educación en valores. De ahí la polémica en torno al veto parental o “pin parental”.
El llamado “pin parental” es una herramienta que permite a los padres y las madres vetar los contenidos que consideran tienen “carga moral” o son contrarios a sus convicciones. Se trata de una solicitud por escrito a los directores de los centros educativos en la que los/as padres/madres piden que se les informe previamente antes de impartir cualquier materia, charla, taller y/o actividad en el aula sobre temas como temas que puedan generar conflictos con sus convicciones, como la sexualidad, la identidad de género, etc De esta forma, se quiere que sean los/as padres/madres quienes decidan si sus hijos/as acuden o no a estas actividades.
El pin parental se implantó por primera vez en Murcia en septiembre de 2019, promovido por Vox. Fue la condición que puso este partido para aprobar los presupuestos de Cs y PP en la comunidad.
Su nombre procede de la clave que ofrecen varias plataformas para bloquear en la televisión o el ordenador determinados contenidos que los padres consideren que no son apropiados para sus hijos, por ser violentos o explícitamente sexuales.
Entre las temáticas de nuestros juegos de mesa cooperativos, la igualdad de género tiene un papel protagonista. Con propuestas como Las Brujas de Farrabús, Las Niñas de Jacaranda y “El Misterio de las mujeres invisibles” un nuevo juego que verá la luz en los próximos días y del que os iremos informando.
